miércoles, 26 de agosto de 2009

Bajar los precios puede NO ser una gran solución.

De hecho, personalmente, pienso que bajar los precios es una dramática solución.

Ahora que los mercados andan revueltos, y la competencia en todos los sectores se agudiza, la mayoría comete el error de considerar hacer una rebaja sustancial en sus precios de venta.

Si solo fuera una consideración, no tendría demasiada repercusión. Lo malo es que se lleva a la práctica con demasiada frecuencia, y en la mayoría de los casos sin una planificación ni un estudio previo.

Bajar los precios significa reducir márgenes, porque aunque se depuren los gastos generales de la empresa, se reduzca personal, o se abaraten los costes de producción, llegará un punto donde no se pueda recortar más, si no es a costa de mermar la calidad de nuestros productos o servicios.

Normalmente, rebajar los precios de venta lleva a una espiral en caída libre de debilitar la empresa, su estructura, que sin duda repercutirá en la imagen que proyecta, haciéndola menos apetecible para los clientes, que finalmente huirán hacia la competencia. Y se repetirá el ciclo, hasta que finalmente la empresa se vea abocada a la suspensión de pagos por no poder soportar sus gastos mínimos; y su posterior quiebra para llegar a desaparecer.

Sin embargo, hay una solución, para enfrentarse a la competencia, sin tener que tocar precios. Por supuesto, lo fácil es bajar el precio de los productos o servicios que ofrecemos. Es fácil y rápido. Pero con consecuencias fatales.

Merece la pena detenerse a valorar y estudiar otras alternativas, que las hay, y que sin duda tendrán una mayor eficacia. Ponerlas en práctica puede llevar un poco más de tiempo, aunque ese tiempo no es perdido. Hay que tomarlo como una inversión.

La mejor opción para enfrentar a la competencia, sin tocar los precios de venta, es LA DIFERENCIACION.

¿En qué consiste la diferenciación? En ofrecer el mismo producto o servicio que la competencia, pero que el valor percibido por el cliente sea diferente.

Son múltiples los factores que se pueden tocar en un producto o servicio para conseguir una diferenciación de la competencia, que finalmente hagan que el cliente se decida por nuestro producto.

Es tan simple como hacer un pequeño estudio de marketing. Sin embargo se suele pensar que esto es costoso, y conllevará un gasto, que tal vez no podamos amortizar. Lógicamente si contratamos un servicio externo, se producirá ese gasto, que finalmente se traducirá en una inversión, con toda seguridad rentable.

Aunque también existe la posibilidad de que podamos hacer ese estudio nosotros mismos, implicando al personal de la empresa, y siguiendo una guía paso a paso para desarrollar ese plan de marketing sin mayores complicaciones.


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